25 abril 2024

NUEVOS ANALGÉSICOS: ¿ES POSIBLE ACABAR CON EL DOLOR SIN EFECTOS ADVERSOS?


Artículo de Guadalupe Rivero Cabrera, Profesora agregada de Farmacología. Facultad de Medicina y Enfermería. Grupo de Investigación: Neuropsicofarmacología, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea y de Aitziber Mendiguren Ordorica, Profesora agregada del Departamento de Farmacología. Facultad de Medicina y Enfermería. Grupo de Investigación: Neurofarmacología de las drogas: potencial terapéutico y adictivo., Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea. Publicado en la revista digital The Conversation

 

 Hay pocas cosas tan necesarias y al mismo tiempo tan indeseables como el dolor. Nos advierte y defiende de algo que nos perjudica o nos puede perjudicar. Hay dolores nociceptivos, debidos a estímulos dañinos; psicógenos, con gran componente emocional; e incluso neuropáticos, cuando el daño lo sufre el propio sistema nervioso. Hay dolores que solo pasan y dolores que se quedan, como el crónico, aquel que dura más de tres meses y puede vincularse a cuadros de ansiedad, depresión e incluso al suicidio.

Acabar con el dolor y aliviar al que lo sufre es un acto de humanidad encomendado a la ciencia y a los profesionales sanitarios, y los fármacos analgésicos disponibles actualmente ayudan al paciente a vivir con mejor calidad de vida. Incluyen antiinflamatorios no esteroideos como el ibuprofeno, opioides menores como la codeína y opioides mayores como la morfina, el fentanilo y la oxicodona.

En los últimos años, la prescripción de opioides ha crecido considerablemente debido a que ha disminuido el miedo a su uso. Sin embargo, a pesar de su eficacia, su empleo prolongado no está exento de problemas, por lo que la búsqueda de alternativas resulta de gran interés.

Limitaciones de los analgésicos actuales

El consumo crónico de opioides produce, entre otros problemas, la aparición de tolerancia –una necesidad de mayor dosis para lograr el efecto deseado– y cuadros de adicción. De modo que ciertos pacientes que comienzan a tomarlos pueden terminar abusando de ellos.

Y a pesar de los perjuicios que generan los opioides, no se ha encontrado nada mejor para el tratamiento del dolor moderado y severo. De hecho, tan malo es sobretratar como infratratar con ellos. La clave está en realizar un uso racional de los mismos ayudando al paciente a aliviar su malestar, pero vigilando los problemas derivados de su consumo crónico.

La OMS aboga por un tratamiento escalonado que consiste en añadir opioides menores o mayores solo cuando los antiinflamatorios no esteroideos, considerados más seguros, sean insuficientes.

No obstante, la utilización de estos últimos tampoco está exenta de efectos perniciosos, sobre todo cuando se consumen dosis altas y de forma crónica. Su empleo prolongado podría producir problemas gastrointestinales y renales.

¿Es posible separar los efectos terapéuticos de los adversos?

La mayoría de los medicamentos funcionan gracias a la interacción con macromoléculas presentes en nuestro organismo, a las que denominamos dianas farmacológicas. Fruto de esta interacción fármaco-diana, se altera la función de esas macromoléculas, lo que da lugar a eventos bioquímicos y fisiológicos conocidos como efectos farmacológicos. Algunos son de carácter terapéutico y otros, adversos.

Los antiinflamatorios no esteroideos y los opioides reducen el dolor a través de la interacción con dos dianas concretas, denominadas enzimas ciclooxigenasas y el receptor opioide µ, respectivamente. El problema es que dichas dianas participan también en numerosas funciones fisiológicas en el sistema gastrointestinal, los riñones o el cerebro. Así, al actuar sobre esos compuestos, los fármacos pueden producir también daños colaterales.

Esto nos lleva a la conclusión, un tanto pesimista, de que los efectos terapéuticos difícilmente podrán separarse de los adversos: el riesgo de daño renal, gastrointestinal, tolerancia, adicción e incluso depresión respiratoria, serán peajes a pagar por el uso de analgésicos. No obstante, prometedoras herramientas como los llamados moduladores alostéricos y agonistas sesgados –que explicaremos más adelante– o la combinación de varios fármacos abren la puerta a la esperanza.

¿Qué nuevos tratamientos se están investigando?

La adenosina es una sustancia muy interesante para quienes buscan nuevas armas contra el dolor. Producida por nuestro organismo, tiene propiedades analgésicas cuando actúa sobre la diana denominada receptor de adenosina 1 (A1). Por ello, en el caso del dolor neuropático –resistente a los opioides– se han probado fármacos agonistas (activadores) del receptor A1.

Estos compuestos alivian efectivamente el dolor pero, al actuar también sobre el A1 presente en el corazón, pueden reducir la frecuencia cardíaca. Ante este problema, los farmacólogos han recurrido a un modulador alostérico del receptor A1.

En este caso, los moduladores alostéricos son fármacos que se unen al receptor A1 en un punto diferente al que lo hace la propia adenosina. Pueden ser positivos y negativos en función de si colaboran o no con ella. Así, actuando de manera cooperativa junto a la adenosina presente en el tejido dañado, los moduladores alostéricos positivos potencian su acción contra el dolor.

Los agonistas sesgados son otras herramientas esperanzadoras ya que, al unirse a un receptor diana, pueden activar ciertas funciones de manera más eficiente que otras. Esta capacidad haría realidad el objetivo de producir solo efectos terapéuticos, sin los adversos.

Recientemente, se ha hallado un agonista sesgado del receptor A1 que activa preferentemente ciertas vías celulares, aliviando el dolor sin provocar depresión cardiorrespiratoria. También se han encontrado agonistas sesgados que al actuar sobre otra diana, denominada adrenoceptor α2A, producen analgesia sin el efecto sedante que limita a otros fármacos que actúan sobre dicha diana.

Y tendríamos, por último, la estrategia de asociar opioides y compuestos con efecto analgésico para reducir la dosis de los primeros y evitar así sus efectos perniciosos. Un ejemplo sería la combinación con el cannabis medicinal.

Aunque de manera prudente, podemos decir que avanzamos en el descubrimiento de nuevos tratamientos analgésicos eficaces que mejorarían el perfil de seguridad del arsenal existente. Sabemos que el camino es largo, pero el trabajo cooperativo, como el que realizan ciertos fármacos, nos llevará a nuestra meta.

  

23 abril 2024

CON OTRA MIRADA


 

Mi pasaporte es argentino, mis orígenes italianos y acabo de llegar a Málaga. Es mi viaje deseado y prometido a don Pepe, un amigo de la familia que no pudo volver a su tierra. Malagueño y boquerón, como él decía, y a quien quise mucho. Cuando era un niño me contó sus recuerdos de esta ciudad que, aún grabados en mi memoria, han viajado conmigo.

 Hoy haré un tour por el centro con la guía del viaje y el grupo al completo. Esta plaza de la Merced no debe ser la misma que él dejó al marcharse. El banco con la estatua de Picasso está muy solicitado. Varios turistas esperan su turno para hacerse un selfie. Veo el gesto triste de su cara, como resignado a soportar la incesante avalancha. Luego visitamos su magnífico museo, y al paso, calle Alcazabilla, La Alcazaba y su Teatro Romano, vestigio de mis antepasados. En calle Granada paramos en El Pimpi, una bodega y restaurante con aroma a barriles añejos, donde pude saborear ese moscatel dulce y rubio tan agradable al paladar. En sus laberínticos salones se nota el paso de su historia. Seguí al grupo mientras nos enseñaban por fuera los museos previstos para los próximos días. Y llegamos a la calle del Marqués de Larios y al mercado de Atarazanas, donde palpitan colores y olores, pregones y mercancías en un entorno tradicional y moderno a la vez.

Hablé con la guía para comentarle que continuaría la visita solo, así como los días siguientes.  Nos veríamos cada noche en la cena. Me fui hacia la catedral y, en su patio de los naranjos con el azahar en flor, pude oler esa Málaga cincelada en mi imaginación por la nostalgia de un emigrante. Me encantó el gracejo popular de llamarla La Manquita, porque solo tiene una torre. Su interior no defrauda: es el reflejo del arte gótico, renacentista y barroco en todo su esplendor, mucho más bella de lo esperado.    

El casco histórico bullía de extranjeros y nacionales que, como yo, querían comer las llamadas tapas para almorzar. Me senté a degustar esos exquisitos platos en bocados pequeños. Mientras, pude escuchar la charla de la mesa contigua. Eran tres señoras de mediana edad, malagueñas por su acento y conversación: el centro está imposible. Muchos hoteles, museos, guiris por todas partes y pocas tiendas tradicionales. Parece un parque temático. Al final, Málaga va a morir de éxito.

Después callejeé un rato y comprobé la razón de aquellas palabras. La mayoría de los comercios eran sucursales de franquicias, iguales a las de cualquier ciudad del mundo, convirtiendo su casco histórico en una copia idéntica a la de otras latitudes, con la lógica pérdida de su identidad. Afortunadamente, algunos han mantenido su esencia.

Al día siguiente decidí ir a Pedregalejo y El Palo, donde don Pepe nació y vivió. Antes caminé por el Palmeral de las Sorpresas, un paseo junto al puerto impregnado de una luz única. Desde allí quedé admirado por la silueta del litoral bajo el celeste de su cielo, difícil de ver en otras urbes. A lo lejos La Farola, en femenino, como la mar que la rodea, porque así me dijo él que la llamaban desde siempre.

Dejé atrás las playas de los Baños del Carmen y llegué a los llamados chiringuitos de Pedregalejo. Bajo mis pies descalzos sentí la caricia de su arena cálida mientras crujían sus espumadas olas en la orilla.

A pesar de los restaurantes llenos de turistas y nacionales, del olor a salitre y los espetos de sardinas, o quizá por eso, sentí que aquella sí era la Málaga de mis recuerdos prestados. Con la mano abierta cogí un puñado de arena dejándolo escurrir entre los dedos, luego metí otro en una pequeña botella de cristal y la tapé con su corcho. Entonces pensé: don Pepe, aunque tarde, tendrás arena de tus playas malagueñas.

 

 

                                                     Esperanza Liñán Gálvez  


20 abril 2024

CITAS PARA REFLEXIONAR

 

Al hombre yo lo comparo

con un barquito de vela

y a la mujer con el aire

que a donde quiere, lo lleva”


(Coplilla de los Hermanos Álvarez Quintero; Serafín 1871-1938, Utrera-Madrid; Joaquín 1873-1944, Utrera-Madrid; autores de obras de teatro, comedias, sainetes, piezas cómicas, libretos de zarzuela y así hasta más de 200 títulos y 50 películas de argumento basados en sus obras; miembros de la Real Academia Española; hijos adoptivos de Málaga; junto a Blas Infante crearon la primera Casa de Andalucía en Madrid; fueron apresados en El Escorial a principios de la guerra civil.)


UN POEMA PARA EL SÁBADO: LUIS ALBERTO DE CUENCA

 

La Herida

Nada, ni el sordo horror, ni la ruidosa
verdad, ni el rostro amargo de la duda,
ni este incendio en la selva de mi cuerpo
que amenaza con no extinguirse nunca,
ni la terrible imagen que golpea
mis ojos y tortura mi cerebro,
ni el juego cruel, ni el fuego que destruye
esa otra imagen de armonía y fuerza,
ni tus palabras, ni tus movimientos,
ni ese lado salvaje de tu calle,
impedirán que encienda en tu costado
la luz que da la vida y da la muerte:
tarde o temprano sangrará tu herida,
y no será momento de hacer frases.



Luis Alberto de Cuenca nació en Madrid el 29 de diciembre de 1950. Interrumpió los estudios de Derecho en la Universidad Complutense de Madrid para licenciarse en Filología Clásica. Es doctor en Filología Clásica y Profesor de Investigación del C.S.I.C., ha sido Director de dicho Instituto y de la Biblioteca Nacional. Hasta 2004 fue Secretario de Estado de Cultura.

Su trabajo se dedica principalmente al campo de la traducción y de crítica de la literatura occidental. Como traductor tradujo textos en lenguas clásicas y entre los autores que ha traducido aparecen desde Homero y Eurípides a Gerard de Nerval.

Como poeta Luis Alberto de Cuenca es reconocido por su ironía, su interés por el mito clásico y la intertextualidad en una lírica elegante que usa la métrica libre y tradicional. Su obra poética mezcla conocimiento e intuición, tradición y vanguardia.

Algunos de sus poemarios son:  

Los retratosElsinoreScholiaNecrofiliaEl otro sueñoEl hacha y la rosaSin miedo ni esperanza (poemas escritos entre 1996 y 2002), La vida en llamas o El reino blanco (2010). Su obra Después del Paraíso (2021) recoge 106 poemas escritos, en su gran mayoría, entre 2018 y 2021. Además, es ensayista y filólogo. Fue letrista de cantantes y grupos como Loquillo o la Orquesta Mondragón.

En 2010 fue elegido académico de número de la Real Academia de la Historia. En 2015 recibió el Premio Nacional de Literatura en la categoría de poesía.


19 abril 2024

DUALIDAD ANÍMICA PROFESIONAL

 



¿Nos hemos planteado el estado emocional de su intimidad, correspondiente a esas personas que, en el ejercicio de su actividad profesional, a diario nos hacen reír, reflexionar, distraer, soñar, dinamizar, comprometer, imaginar, “caminar”, ilusionar, sentir, reaccionar, dudar, escribir, leer, compartir, reaccionar, cambiar, mejorar, querer, sonreír, solidarizar, luchar, rectificar…? ¿Valoramos, en su justa medida, el esfuerzo admirable, la mentalización que realizan esos profesionales, por abstraerse de su problemática personal, ya sea coyuntural o estructural, aparentando todo lo contrario de lo que sienten, sufren o les abruma? ¿Cómo pueden “aparcar” esa su convulsa, en ocasiones, privacidad o intimidad, ofreciendo una imagen muy diferente de su dolor, confusión o desánimo ante el auditorio, más o menos insensible, de los demás?

Obviamente, pensamos en el difícil trabajo de los actores y actrices, cuando se suben a un escenario o se sitúan antes las cámaras de cine;  también nos acordamos de los “payasos”, bajo la gran carpa de los circos, cuya misión es provocar las risas de los espectadores; de igual modo, nos “emociona” la labor de los profesionales sanitarios, en las clínicas y hospitales, cuando cuidan a los enfermos en su dolor y necesidad; en los maestros y profesores, cuando a diario han de ofrecer una imagen motivadora y dinamizadora a los alumnos, para educarles y colaborar en sus graduales aprendizajes; admirable también la vocación solidaria de clérigos, sacerdotes y monjas, en las parroquias, en los púlpitos, en los monasterios, en los conventos y en los centros residenciales para mayores, enfermos y otras personas que sufren innumerables carencias;  incluso también en los profesionales de la política, que han de forzar su doble imagen, en función de las funciones que realizan o desempeñan.

Unos y otros han de aparentar y “protagonizar” un estado de ánimo positivo, en donde priman las sonrisas y las esperanzas, cuando ellos, en los “declives” de su intimidad no sienten en absoluto ese optimismo que deben mostrar, casi de continuo, ante los demás. Veamos una sencilla, pero significativa, historia, inmersa en este contexto.

Santiago Ramos y Tania Corredera, 27, 23 años, respectivamente, trabajan como equipo de animación, en las instalaciones de un grandioso complejo hotelero de la costa onubense. Santiago realizó un módulo profesional de animación sociocultural, durante su época de formación escolar, mientras que su compañera también realizó cursillos sobre esta modalidad, organizados por la concejalía de cultura y deportes del municipio donde nació y viven sus progenitores. Él es sanluqueño y ella almonteña.

Tania está embarazada, a partir de una noche de fiesta en la que ambos jóvenes perdieron el control de su conciencia. Entre ellos no había, no hay, verdadero amor. Solo esa atracción física entre dos jóvenes que trabajan juntos, para fomentar la diversión y entretenimiento entre los numerosos clientes del hotel. Tania quiere tener a su hija, mientras que Santi asume que debe afrontar la compleja responsabilidad que ha contraído. Ese “deber” que a muchas personas tanto les cuesta “digerir” y aplicar en los actos cotidianos.

Pero esta noche a partir de las 21:30 h, al igual que ayer, como también, previsiblemente, mañana, ambos estarán en ese pequeño escenario de la gran sala de recreación, con las sonrisas en sus rostros y la voluntad pericial en sus almas. Comenzarán la noche con una simpática sesión de bingo. Después habrá un espacio amplio para el divertido Karaoke. Mañana hay programado una competición de chistes, para generar banales risas. Y como cada noche, a las 22:45, sonará música en vivo o “enlatada” para el baile de los asistentes: danza gitana, pasodobles, boleros, merengue, latina, salsa, bachata, romántica, etc. Uno y otro actúan como diestros mantenedores de la grata y ruidosa velada.

Durante la mañana y la media tarde, también han desarrollado actividades de animación: ejercicios de aerobic para el mantenimiento. Paseos senderistas programados por los alrededores del hotel. Juegos adaptados a todo tipo de edades (petanca, tiro con ballesta, blanco de dardos, juego de la rana. También han dirigido labores de cerámica, hilados, elaboración de jabones y, por supuesto, enseñanzas de bailes. El programa de actividades tiene una amplia oferta para que los residentes, la mayoría pertenecientes a la tercera edad, disfruten lo mejor posible.

Santi y Tania, siempre con las sonrisas “a flor de piel”, dinamizan las vacaciones de la amplia clientela que se hospeda en el hotel. Un número importante de esos residentes pertenecen al programa de turismo social, en los viajes Imserso. Todos ellos ríen y gozan estas jornadas vacacionales, bien dirigidos por dos dinámicos jóvenes que, algunas mañanas, tardes o noches, tienen que motivar profesionalmente esa diversión, cuando ellos precisamente no están “animados” y más ahora, por el problema “relacional” que los vincula. Sin embargo, sacan fuerzas de flaqueza y no pierden la sonrisa ni ese intenso ánimo que deben generar en los demás. Es la dualidad psicológica que profesionalmente, muchos días con arduo esfuerzo, han de asumir y aplicar respetando las condiciones de su contrato laboral. –

 

José L. Casado Toro

Abril 2024


18 abril 2024

KATHERINE MANSFIELD, CENTENARIO DE "UN PÁJARO HERIDO"

 

Artículo de Jesús Isaías Gómez López, Filología Inglesa, Universidad de Almería. Publicado en la revista digital The Conversation.

Este 2023 se han cumplido cien años del fallecimiento de la escritora Katherine Mansfield, una mujer que vivió y amó rápido y que escribió algunos de los mejores relatos del siglo XX.

Una neozelandesa con alma inglesa

Nacida como Kathleen Mansfield Beauchamp el 14 de octubre de 1888 en Wellington (Nueva Zelanda), Katherine fue la tercera de los seis hijos del matrimonio compuesto por Harold Beauchamp y Annie Beauchamp. De ascendencia inglesa y procedentes de la alta burguesía neozelandesa, inculcan en ella una rígida educación acorde con la estricta moral victoriana de la época.

Mansfield ingresa en la escuela de primaria Karori en 1895. Allí, con apenas doce años, vive su primera experiencia amorosa con su compañera Mahata Mahupuku, nieta de un jefe maorí.

Tras pasar por prestigiosas instituciones educativas de Wellington, sus padres deciden enviarla a estudiar al Queen’s College de Londres junto a sus hermanas Vera y Charlotte, entre 1903 y 1906. Regresa a Wellington en 1906 con el alma arrebatada por el glamour de la vida literaria de Inglaterra, y consigue volver a Londres en 1908, con la firme decisión de convertirse en escritora con tan solo diecinueve años.

Londres tumultuoso

El 1 de octubre de 1908 publica en Native Companion su primer relato, “Vignettes”, por el que recibe dos libras. La pieza tiene muy buena acogida entre la crítica y exhibe ya el talento de una joven escritora destinada a ser una de las maestras del relato corto en lengua inglesa del siglo XX.

Tras apenas un año en Londres, Mansfield queda embarazada del joven violinista Garnet Trowell. En febrero de 1909 conoce al profesor de canto George Bowden, de 34 años de edad, con el que se casa al mes siguiente.

Pero 1909 será un presagio de la convulsa y apasionada vida de la autora: Mansfield abandona a Bowden en la misma noche de bodas, es despachada definitivamente por su amante Garnet Trowell en abril y en junio pierde el hijo que esperaba de este.

Mientras tanto, entre 1908 y 1910 escribe y publica poemas y relatos en distintas revistas literarias. En 1911, Mansfield conoce a John Middleton Murry, fundador y editor de la revista Rhythm, donde también empiezan a publicarse muchos de sus relatos. Ambos inician una relación sentimental a principios de 1911 y se casarán en 1918, tras divorciarse de su primer marido.


Lesley Moore

Durante este tiempo también tiene contacto constante con su íntima amiga Ida Baker, a quien conoce desde su etapa en el Queen’s College. Con el tiempo, Baker adoptará el nombre literario de “Lesley Moore” a petición de Mansfield, y pasará a ser su confidente y amante.

Baker y Murry serán los pilares sobre los que Mansfield se sostendrá emocional e intelectualmente. Conocedores de la relación que la escritora mantiene con los dos, ambos consienten un modelo sentimental poliamoroso en una época en la que el concepto mismo es impopular y el término ni siquiera existe.

Según Murry, Baker es “de lejos y con diferencia, la mujer más importante en la vida de Katherine Mansfield: criada, amiga, compañera, confidente, esposa…”.

En diciembre de 1920, con treinta y dos años, Mansfield alcanza el reconocimiento unánime de la crítica tras la publicación de su colección de relatos Bliss and Other Stories en la editorial Constable, de Londres, considerada una obra maestra de la literatura modernista en lengua inglesa del pasado siglo.

Con una salud frágil, acosada por la tuberculosis y una gonorrea sistémica contagiada en 1909 por el donjuan y traductor polaco Floryan Sobieniowski, a quien había conocido en Baviera en el verano de 1909 y con quien mantuvo una tórrida y breve aventura amorosa, la escritora presiente el final de su vida.

Tras diversos intentos desesperados por recuperar la salud, incluso con terapias alejadas de toda base científica, fallecerá en Fontainebleau (Francia) el 9 de enero de 1923.

Mansfield y el pájaro

Un año antes de su muerte, durante su estancia en el palaciego hotel Château Belle Vue, en Sierre (Suiza), Mansfield compone, a modo de metáfora zoomórfica, el poema “El pájaro herido” (“The Wounded Bird” en el original inglés). Según Ida Baker, será el “penumbroso sol de la habitación de Mansfield en el Château Belle Vue la fuente de inspiración del poema”.

La imagen de “un pájaro herido”, como título y asunto central del poema, refleja el estado de ánimo de una Katherine Mansfield que empieza a comparar la calma, la tenue luz y la paz del lugar con el trayecto final de sus días:

“En la amplia cama

bajo la colcha verde bordada

con flores y hojas siempre en suave movimiento

ella es como un pájaro herido que descansa en un estanque”.

Katherine Mansfield, El pájaro herido y otros poemas

 

Pero su descanso en ese “estanque” que es su habitación de hotel no le devolverá las fuerzas necesarias para remontar el vuelo, pese a la insistencia de una voz lírica que se resiste a fenecer hasta el último suspiro:

“¡Oh, aguas – no me cubráis!

¡Quisiera contemplar largo y tendido esas hermosas estrellas!

Oh, estas mis alas, levantadme, levantadme,

que no estoy mortalmente herido…”

 

Dos reputados estudiosos de la vida y obra de la autora, Kimber y Davison, encuentran un símil entre las «alas» encharcadas que se repiten en la primera y última estrofa y «los pulmones» también encharcados, de mucosidad y sangre, de Mansfield.

Este poema es la memoria literaria definitiva de la neozelandesa, escrito días después de su último relato, El canario, y en la misma habitación. En ese escenario también escribe su testamento, con apenas treinta y tres años, en presencia de su amante y amiga Ida Baker, testigo fiel de su infortunado final:


“Creo que la idea de la muerte ya empezaba a atormentarla: no la muerte en sí, sino la idea de que aún tenía mucho que escribir, que contarle al mundo, que aclarar, si bien le faltaba tiempo para expresarlo con palabras”.


Aunque Mansfield vive el amor por todos sus amantes con idéntica intensidad, John Murry es relegado a un segundo plano durante los últimos dos años de su vida, porque finalmente la intención de Mansfield es fundirse con Baker en un solo ser, como manifiesta en la última carta que le escribe, el 22 de diciembre de 1922:

“Sabes que no debes preocuparte por mí. Es exactamente como si tomaras un poco de mi carne y la royeras. No te ayuda ni a ti ni a mí. La preocupación es un derroche de energía. Es, por tanto, un pecado. Y si tú derrochas tu energía, se destruye la energía que hay en mí, por lo que pecas de dos maneras”.

 


16 abril 2024

TE ECHO DE MENOS





 

Veintiséis meses y dos días sin ella y ni un solo momento, ni un solo día había dejado de echarla en falta y salvo durante el sueño, siempre inquieto y entrecortado, le seguía doliendo su ausencia, como el primer día.

Todos los entendidos en la materia coincidían en vaticinarle que aquello con el tiempo se iría atenuando. Según ellos, con el paso de los días se iría acostumbrando y con el retomar de la vida al fin la iría olvidando hasta dejar de sentirse mutilado.

Pero ninguna de estas predicciones, tan bien intencionadas, se había cumplido en su caso. Su fantasma lo perseguía, estaba siempre presente en su día a día de dolor y desesperanza.

 Visitar el lugar donde la había sepultado en un rincón de su jardín era el único consuelo que se permitía desde el día que en que despertó en la cama de aquel hospital, rodeado de máquinas e invadido de tubos. En su desorientación tardó algunos minutos en reconocer su ausencia. Y entonces comenzó esta agonía.

Hoy se dirigía una vez más, renqueante, hacia allí. Necesitaba confirmarle a su mente que no soñaba y que su dolor era real, aunque ella no formaba ya parte de él.

Hoy, veintiséis meses y dos días después, se encaminaba apoyado en su bastón, cojeando y decidido, al montículo bajo el rosal donde había dado tierra a su pierna derecha nunca ausente para él, nunca olvidada….

Caminaba con un nuevo pavor oprimiéndole el pecho, ahora más que nunca, por que un viejo y conocido dolor acompañado de hormigueo se había instalado sordo en su pantorrilla izquierda esa mañana. Dentro del bolsillo de su chaqueta, su mano apretaba fuerte el puñado de pastillas atesorado cuidadosamente durante veintiséis meses y dos días, con las que pensaba descansar por fin.

 

 

Adela Bravo

Málaga.


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