Pequeñas y poco conocidas historias de Málaga
EL SACRISTAN MAYOR SE LARGA CON LAS ALHAJAS
DE LA CATEDRAL
El Jueves Santo de 1823 en el Cabildo de la catedral se lee un oficio
enviado al Jefe Político de la ciudad haciéndole saber que el Lunes Santo el
sacristán mayor había desaparecido con todas las alhajas.
El citado
sacristan mayor, D. Francisco Moreno, alegó una enfermedad de su padre,
residente en Villaluenga, para ausentarse y llevarse las alhajas. El tesorero,
encargado de la custodia de las joyas, dice no saber nada del caso, pero por
su responsabilidad se le sanciona con una multa d 200 ducados que deberá
abonar en 8 días.
Mientras tanto se escribe al alcalde de Villaluenga con el fin de recabar
información del sacristán. El regidor comunica que dicho sacristan salió
para Tarifa con la intención de pasar a Gibraltar. Ante esto se dirige escrito
al señor cónsul de España en la colonia en los mismos términos. Este
contesta que nada sabe del sacristán Francisco Moreno, porque cuando un
delincuente se refugia en el Peñón nunca da su verdadero nombre.
Al fin se conoce el motivo de la huida con las alhajas: El sacristan tiene
conocimiento que el general Riego, que está formando ejercito para luchar
contra los 100.000 hijos de San Luis que apoyan al felón Fernando VII,
ha ordenado requisar toda la plata y demás alhajas que no sean
imprescindibles para el culto. Ante la ausencia de estas en la catedral, se
ordena valorarlas y aportar en efectivo el importe correspondiente. Es
Manuel Agustin Heredia el que aporta al cabildo los 20.000 reales, que
posteriormente recuperará.
FINAL.
Pasado todo, el sacristan devuelve las joyas manifestando que su
acción fue protegerlas de la rapiña del general. En agradecimiento se
acuerda entregarle 3.000 reales de vellón por haber conseguido conservar el
tesoro.
Pedro J. Tíscar
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